ALEGATO POÉTICO









¨Temed más al amor de una mujer, 
que al odio de un hombre.¨


Sócrates



























Estrofa Intro:








Puedo verte mas no puedo tocarte,
ni violar mi promesa, ni violarte.

Y vedando mis magnas ilusiones
por el mal de mi falta cometida,

ya parezco Moisés con pantalones
avistando la Tierra Prometida

Una especie de Adán con voluntad
que no puede comer de tus manzanas,

y las mira con toda dignidad
masticando tres kilos de bananas...






Me permiten acercarme
a vos (máximo: / Un metro)
Si no acato ¡vade retro!
Tu juez volverá a encerrarme.


Voluntad es lo que sobra
para cumplir la condena
que sin tregua me encadena
y tantas penas me cobra.


¨Libertad condicionada¨
se caratula esta instancia
de respetar la distancia
(y menos que ésto: es nada)


Y en su afán de vindicarme,
la señora de mi espejo,
alegando un buen consejo
e interés por resguardarme,


con su mentado recato,
su histórico raciocinio
y letrado patrocinio,
me instó a aceptar el contrato:


de mirarte sin rozarte
por no mucho más de un rato,
y anular el arrebato
de las ganas de tocarte.


Pero Nobleza me obliga
a advertirte que te cuides…
(porque a veces a estas lides
las abastece la intriga).


Y peses el contratiempo
de cercenarme el derecho
de pasar del dicho al hecho
(como ocurriera hace un tiempo)


Que te muevas muy despacio
y no me des la ocasión
que encuentra todo ladrón
cuando le dan un espacio.


Que le pongas siete llaves
a tus cierres y a tus puertas,
y a tus botones adviertas
que no he quemado mis naves,


que corren peligro cierto
(sin contar que los blindaste...)
Que el muerto que vos mataste,
¡todavía no está muerto!


Una promesa es un himen
que se rompe sin sorpresa.
Toda asesina regresa
(por regla) al lugar del crimen.


Y no hay cristal más rompible
que la palabra firmada
de una mujer sentenciada
por un jurado invisible:


a no tocar lo que adora,
a no poder lo que quiere,
sabiendo muy bien que muere
por la misma ley que llora.


Hago constar, sin lamento,
que si no logro evitar
violarte y también violar
este docto reglamento,


no me dupliques los cargos,
no me apedrees en público
y a este discurso tan lúdico
no lo sepultes de embargos.


Yo que vos, valoraría
esta honorable advertencia,
que sienta jurisprudencia
en un marco de hidalguía.


Y ad honorem, firmo al pie,
para que arbitres los medios
de custodias, de remedios,
de amparos de buena fe,


y el temple que Dios te dé
cuando me tengas enfrente,
siendo una prueba elocuente
lo que ya manifesté.


Redunda pero no miente
agregar que en esta gesta
poco importa tu respuesta,
porque el que calla, consiente.



Por lo demás, yo proclamo
por escrito y de antemano:


Que me declaro inocente.










¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

Son lectores de esta página: