LA EXCEPCIÓN














Quebrá en mi espalda (no es tarde)
la daga feroz e impía, 
o la lóbrega y sombría
cimitarra del cobarde.


Clavá (aunque así me aniquiles)
la flecha, sin compasión, 
justo en el débil talón
de mi atributo de Aquiles.


O aquí, sobre mis despojos, 
incrustá como un diamante
la piedra gris que al Gigante, 
David le hincara en los ojos. 


Enterrá hasta su confín, 
con toda tu voluntad, 
despojada de lealtad, 
la quijada de Caín. 


O en el calvario sin luz, 
los clavos del vasto imperio 
del divino cementerio
en el madero hecho cruz.


Y no me seques el llanto
cuando te bese los pies.
Me alcanzó - bien lo sabés - 
haber rasgado tu Manto.


Y hundí, por amor al arte, 
en el medio de mi pecho, 
sin el mínimo derecho, 
el filo de Durandarte. 


Clavame hasta las entrañas
el resplandor de la muerte, 
dictaminando mi suerte
al tajo de su guadaña, 



y el tridente del Oscuro, 
y los dientes de Cerbero, 
y el dardo del traicionero
ángel travieso e impuro.




Pero... te debo advertir, 
con buen consejo de Palas,
que no se han gestado balas
capaces de destruir


mi adoración y mi empeño, 
¡ excepto ! aquella que exprese, 
y con tu firma, confiese: 
que ya no habito en tus sueños, 



y que con mínimo esfuerzo
pudiste seguir en paz, 
sin volver la vista atrás,

para leer estos versos. 










¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

Son lectores de esta página: