Pero la perra seguía
entera y ¡como si nada!
desbaratando mi intento
de que se rinda y se vaya…
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Para vos, que algo sabrás de perras...
Voy contar una historia
que nada ha sido inventada
y que he sufrido en la piel,
en el pecho y en el alma.
Ésto es verdad, ¡se los juro!
por la salud de la santa
de mi abuelita paterna
(descanse en paz, la finada...)
I
Atardecía un febrero
de no muy lejana data
cuando la vi en mi vereda
buscandomé la mirada.
¿Qué hace una perra en mi puerta,
con nombre y acollarada?
Si esta perra tiene dueño…
¿Qué quiere frente a mi casa?
Me paré muy pocas veces
a mirar por la ventana
pero cerraba al ratito
y prefería ignorarla.
Repetí frunciendo el ceño:
-¿Qué anda buscando?¿Qué pasa,
que hay una perra con dueño
en el umbral de mi casa?
¿Será porque no la cuidan
como debieran cuidarla?
¿Será porque tiene hambre
que viene por mis migajas?
¿O simplemente será
que toda perra escapada
come con más apetito
fuera que dentro de casa?
II
La echaba infinitas veces,
pero volvía a la carga,
pasando noches enteras
esperando que le abra.
Jamás la movió un centímetro
la tierra arremolinada
(que en este sur polvoriento
tapa de tierra hasta el alma)
Resistió el frío, el granizo
y las lluvias prolongadas,
el sol del pleno verano
y la brisa huracanada.
Le daba leche con hiel
y tachuelas estofadas,
carne con vidrio molido
y veneno para ratas.
Pero la perra seguía
entera y ¡como si nada!
desbaratando mi intento
de que se rinda y se vaya.
Con fiebre y retorcijones
gemía por dos semanas
y después volvía a mi puerta,
sin que le tiemble una pata.
Ya lo decía mi tía
Margarita, con voz sabia,
¨que hay perras de tal porfía
que más pateás, más se empacan.¨
III
Alguna siesta dejé
que me lamiera las palmas,
que me moviera la cola,
que me rozara la espalda,
que se acueste entre mis piernas
al costado de la cama,
para hundirme su hociquito
mientras gruñía y jadeaba.
No digo que fue un suplicio
o que nunca me gustara…
(cuesta poco hacer feliz
a aquél que anheloso anda)
Pero a este tipo de perras
mejor restarles confianza
(porque les diste la mano
y hasta el pescuezo te agarran)
¡Si sabré yo de estas perras!
(ya tuve varias en casa)
y crean lo que les digo:
con esa muestra me basta.
Si te quemaste con leche
llorás al ver una vaca.
Si te mordieron tres perras
ves una perra y te espanta.
Por eso hoy busco otra cosa
(sin ir más lejos, las gatas…)
que serán más peligrosas,
pero no tan complicadas.
IV
Un día salí a la calle
¿y la perra? ya no estaba…
suspiré con cierto alivio
(y un poquito) de nostalgia.
No sé si encontró otra puerta.
No sé si volvió a su casa.
Quizás alguien más le abrió
y me borró de su mapa.
Y hoy, que se fue, les confieso
que en algunas tardes cálidas
me acuerdo (bastante) de ella,
que ya no aúlla, ni ladra,
ni me sacude la cola,
ni me relame las palmas,
ni me roza con su pelo
(casi jugando) la espalda.
Si alguno la hubiera visto,
no estaría mal, que pensara
que a juzgar por sus mohines,
esa bestia me adoraba…
Hay perras que cuando están,
rezás para que se vayan
y cuando ¡al fin se evaporan!
sin querer, se las extraña.
Por lo que (aquí entre nosotros)
-casi- todas las mañanas
me asomo – discretamente-
al borde de mi ventana,
y así, me quedo mirando
hasta que el lomo se cansa,
por si esa perra algún día
volviera a buscar mi casa.
Hay perras que cuando están,
rezás para que se vayan
y cuando ¡al fin se evaporan!
sin querer, se las extraña…
13 comentarios:
¡ Guaaaaaaaaaaaaaaaau !
Yo te extraño hasta dormido.
Besos.
Qué puedo decir, Sil, de esta maravilla? Que es un tango? sí, es un tango, y ese es mi mejor elogio. Le falta el bandoneón y la voz de Carlos. Qué maravilla la suya con su perra! Yo amo a gatos y perros, cada uno en su medida y armoniosamente. Distintas cosas me dan, distintas cosas me piden.
Por cierto...la hora de la siesta...Cuántos errores se cometen a esa hora! Me pregunto cuántos de nosotros seremos hijos de la siesta! (no necesariamente erróneos)
En síntesis. Me gustó mucho su poesía. Buenas tardes.
Ayer mismo fue.
Ayer me contó una chica que limpia los aseos ? de un bar de copas, las sorpresas que se encuentra tiradas por los lavabos. Colores y formas varias que las gatas se despojan y yo me marché riendo mirando hacia los tejados para verlas como huían con la luz del amanecer.
Cosas de razas y especies, SIL.
Besos.
Bom dia,conhecer teu trabalho foi um presente lindo.
Parabens
Sinval
Interesante tu sentido del humor, esta vez mezclado con algo de melancolia.
A mí me sonó parecido al Martín Fierro, más que a un tango.
Una vez más, tus etiquetas son increibles. ¿Alguna vez usaste una más de una vez?
Aunque un poco molesta la perra, igual se echa de menos, que alguien te ladre, excelente historia sil, siempre un placer
un fuerte abrazo
cariños
Vaya perra! ...ojo que capaz que vuelve.
¿Quién no ha sido alguna vez como esa perra? Salvo las gatas, seguro que todas, incluso alguna gata se tornó perra por algún tiempo, no lo dudo; pero ¡lo agusto que te quedas cuando por fin olvidas el camino hacia esa puerta y aprendes a vagar sin rumbo fijo! ¿eh?
Genial el poema, acertadísimo y con tu característico sentido del humor.
Besos
Mejor esta perrita que no el perro del hortelano que "ni come ni deja comer"
¡Monstruo lírico,ave fénix!
Un abrazo.
Eres un torrente de ingenio y creatividad. Siempre asombras.
Abrazos
Ha perras,que aunque se vayan dejan su sombra en la puerta quieta y permanecen...probando el alma...
Muy creativo tu empeño y tus letras,amiga...Una gozada leerte.
Mi felicitación y mi abrazo grande.
M.Jesús
Presente en tiempo y forma la denuncia pertinente y tomaremos con urgencia cartas en el asunto.
Insértese regístrese, hágase saber.
Saludos, SIL.
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