Como (quizás) los lectores ya saben, el poeta Juan Ruiz (Alcalá de Henares, Madrid, 1284-1351), conocido como el Arcipreste de
Hita, fue el creador de una obra poética de franca intención didáctica, profusa
en ejemplos y moralejas, que constituye una de las obras literarias más
importantes de la literatura medieval española, el Libro de buen amor.
Gran conmoción ha causado en el mundo de la literatura, el
descubrimiento de un códice datado aproximadamente en la misma época, de autoría
de una supuesta prima lejana del Arcipreste, la que, pasados los 40 años y
luego de una -sin precedentes- complicación amorosa, con la libido en baja y en etapa
pre-menopáusica, dio un giro total a la temática de sus poemas, y siguiendo el
rumbo de su celebérrimo pariente, comenzó a escribir- porque no le quedaba
otra- versos de carácter didáctico, en cuyos pareados finales, obraba la
moraleja en cuestión.
A continuación, se transcribe uno de los sonetos encontrados
en el mencionado y (para nada) valioso códice, intitulado:
VENTAJAS Y DESVENTAJAS...
Envidiaban a los árboles las hojas:
la esbeltez, el señorío, la firmeza,
y la nunca discutida fortaleza
que ni el ímpetu del cierzo les despoja.
Y después se prodigaban en el viento,
recorriendo las veredas del poniente
con el sol enardeciéndoles la frente,
sin cadenas ni raíces ni cimientos.
No sabían que los árboles (con pena)
envidiaban esas alas invisibles,
y ese vuelo prodigioso e imposible
era un sueño recorriéndoles las venas.
Muchas veces la raíz que nos sostiene
se convierte en la prisión que nos contiene.
13 comentarios:
Concuerdo. Dichoso el arbol que es apenas sensitivo. Permitánme dudarlo.
Y más la piedra que ya no siente. No lo creo.
Me gustó también la historia de esa prima del Arcipreste.
Yo tampoco lo creo... pero a las pruebas me remito :D
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lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
Gracias, Demiurgo, por recordarme los versos de Rubén Darío, gracias totales :)
Beso =)
Envidiamos siempre lo que no tenemos y no valoramos lo nuestro.
Así de tontos somos.
Besos.
Siempre me gusto el Arcipreste...su indudable talento...pero déjame decirte que prefiero a su prima la de los jeans y la peluca rubia...jejeje...Además suscribo el poema...y te digo que prefiero también ser hoja que viaja en el viento...Besos
Yo también preferiría ser hoja en el viento, mi buen amigo.
Un beso grande.
Así de contradictorios, Torito.
Besos.
Mejor es la confianza en la familia cercana,
pues muy poco se pierde e infinito se gana,
y a la luz de los hechos que esta historia devana,
no he tenido señores una prima lejana.
Mi querido Juan Ruiz,
vaya sabiendo que no es lo mismo la Cuaderna Vía que quedar en la vía...
El árbol y las hojas se envidian mutuamente y están condenados a estar juntos...La raíz les dá la savia y el vuelo,mientras permanece oculta y encerrada...Un poema precioso del que el Arcipreste se sentiría orgulloso, sin duda...y más sabiendo que lo escribió un familiar...sonrío.
Mi felicitación por tus recursos expresivos y humorísticos.
Mi abrazo y mi cariño siempre,Sil.
M.JESÚS
El Arcipreste (entre otros...) me perdonen.
Abrazo gigante,M. Jesús !!!
=)
A quién no le gustaría dejarse llevar por el viento! Aunque de vez en cuando es bueno estar sobre la tierra. Claro, pobre árbol y todos los aludidos a través de su figura, que jodido es ser siempre lo mismo y en el mismo lugar, sin poder ver más que lo que le muestra el entorno (cuando éste, realmente se deja ver).
Saludos doña Sil!
MUY jodido...
Abrazo, Netito.
Nuestras raíces son también nuestra prisión, es cierto, pero un árbol sin raíces, difícilmente soporta las embestidas del viento y de la vida.
Besos
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