-
-
-
-
-
-
-
-
-
"Los poemas son botellas al mar que por ahí llegan a la playa de un alma" JUAN GELMAN |
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
I
Tu respuesta fue un cristal
tan límpido como el cielo
y tan sólo mi recelo
pudo leerlo tan mal.
Supongo que un yerro tal
sólo encuentra su perdón
en un pobre corazón
que aún guardaba la esperanza,
(pero con eso no alcanza)
para salvar el baldón…
Tu respuesta fue un cristal
tan límpido como el cielo
y tan sólo mi recelo
pudo leerlo tan mal.
Supongo que un yerro tal
sólo encuentra su perdón
en un pobre corazón
que aún guardaba la esperanza,
(pero con eso no alcanza)
para salvar el baldón…
II
Te expediste en tiempo y forma
y con letra grande y clara,
ninguna excusa me ampara,
y tu silencio es la norma
que el ¨no sé¨ en un ¨no¨ transforma
que yo no supe leer,
y que he podido entender
esta tarde de verano
que me soltó de la mano
mi tan ciego proceder.
Te expediste en tiempo y forma
y con letra grande y clara,
ninguna excusa me ampara,
y tu silencio es la norma
que el ¨no sé¨ en un ¨no¨ transforma
que yo no supe leer,
y que he podido entender
esta tarde de verano
que me soltó de la mano
mi tan ciego proceder.
III
Voy a cumplir la sentencia
que a perpetua ha condenado
tu recuerdo más sagrado,
y voy a aceptar tu ausencia
con idéntica indulgencia
con que el mar le acepta al sol
despojarle su arrebol
para que nazca la noche,
sin el mínimo reproche,
renunciando al tornasol.
Voy a cumplir la sentencia
que a perpetua ha condenado
tu recuerdo más sagrado,
y voy a aceptar tu ausencia
con idéntica indulgencia
con que el mar le acepta al sol
despojarle su arrebol
para que nazca la noche,
sin el mínimo reproche,
renunciando al tornasol.
IV
Tu respuesta fue un cristal
tan límpido como el cielo
y tan sólo mi recelo
pudo leerlo tan mal.
El silencio... es un cristal
que corta de a poco el aire,
que se convierte en desaire,
y con el tiempo, en cenizas
que dispersa cualquier brisa
con resignado donaire.
Tu respuesta fue un cristal
tan límpido como el cielo
y tan sólo mi recelo
pudo leerlo tan mal.
El silencio... es un cristal
que corta de a poco el aire,
que se convierte en desaire,
y con el tiempo, en cenizas
que dispersa cualquier brisa
con resignado donaire.
V
Quizás algún día llegue,
ceniciento, sin que adviertas
su presencia, hasta tu puerta
mi antiguo amor y te entregue
esta caricia sin voz,
y sientas una morriña
generosa, dulce, niña
(como un regalo de Dios…)
Y así, en silencio también,
tu corazón, que hoy me niega
lo que más deseo, pueda
cobijarme en el Edén.
Quizás algún día llegue...