UNA PROCLAMACIÓN
















Yo no supe moderar los estipendios
ni atiné a la graduación de lo que di, 
y hoy asumo sin decoros que perdí
hasta el códice más caro en este incendio.



Tuve fe en algún cuarteto que parí, 
cerré el muro del Haber sin resistencia
y en el culto del Deber y la Exigencia
puse piedra sobre piedra y me escondí.



Pero un día (sin buscarte) yo te vi, 
y crucé entre los hiatos sin temor, 
para ir a anoticiarte de mi amor
y entregarte los poemas que escribí.



- ¿ Y después ? - Sin más rodeos, me volví 
a morirme entre las rejas que hábilmente
construí para cuidarme de la urgente
consecuencia de esa llama que encendí.



Es que a veces, con el dios de las Corazas, 
suscribimos ciertos pactos anodinos, 
y en infiernos terrenales y mezquinos
terminamos construyendo nuestras casas.











Ojalá... me sobreviva esta proclama
en los versos que dejé sobre tu cama.





















Ojalá...














¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

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