UNA GANSADA












Si muere por la boca el pobre pez... 
¿qué pasa con el ganso cuando asperja
su babaza gris para que emerja
semejante alud de estupidez ?


Si no muere, es obvio, sobrevive, 
y en larga polución de vanaglorias
patina mientras pierde la memoria
y yerra cuando habla y cuando escribe.


El Cielo le ha cerrado sus portones, 
el Diablo no lo quiere para él, 
los dos están buscándole un papel
de santo en el Teatro de Bufones.


Más temo (que a la espada que no vemos)
a aquél que (en el poder) su lengua mueve, 
falsaria su doctrina, arenga aleve:
las botas y las cruces y los remos.


Si acaso han escuchado su estulticia
los dioses de la Gracia, cuyos nombres 
no pueden descifrar todos los hombres, 
que en pos de la bondad ¡ hagan justicia !






y en fin, si no es el fuego ni la roca, 
que al menos ya no pueda abrir la boca. 




















UNA DECLINACIÓN
















Voy a soltarte la mano, 
por no enredarte en mi tela, 
por no envolverte en mis dudas, 
por no encallarte en mi arena.



Y porque no supe nunca
si mi intención – toda buena- 
te estaba cosiendo alas
o regalando cadenas.



No vaya a ser que en mi afán
de andar pateando las puertas, 
te esté construyendo jaulas,
te esté acumulando rejas.



No vaya a ser que la llave
que yo ofrecerte pretenda, 
te cierre el portón por dentro
para que al aire no vuelvas.



Qué coraje que he tenido, 
qué tan humana soberbia, 
la de trabarte el camino,
la de limarte las piedras,



la de probar tu veneno, 
la de sangrar tu dolencia, 
la de aplazarte el otoño 
por inventar primaveras.




Voy a soltarte la mano. 
Dios me perdone la afrenta
y que el Infierno se apiade
cuando me dicte condena.



Voy a borrarme tu nombre,
como quien tira una perla
para que otra la encuentre
cuando pase la tormenta.





Voy a soltarte la mano.
Aquél que más ama ¡suelta!
al viento lo que del viento, 
sin esperanza de vueltas;




porque no sé cómo hacer,
porque no tengo recetas
para aceptar que perdí
mi más ambiciosa apuesta.












Decid por ahí, Señores, 
por salvar mi alma en pena, 
¡ que es tanto lo que lo he amado ! 
que estoy rogando indulgencia.




















Qué coraje que he tenido, 
qué tan humana soberbia…

















¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

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