Quizás tenga razón Pedro, y ya no haya forma de pedir perdón...
Confieso que he pecado, que he
mentido,
que a veces he jugado a lo prohibido...
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Confieso que he pecado, que he
mentido,
que más de alguna vez tomé el atajo,
que he dado y recibido golpes bajos,
que a veces he jugado a lo prohibido.
que más de alguna vez tomé el atajo,
que he dado y recibido golpes bajos,
que a veces he jugado a lo prohibido.
Que soy de carne y hueso; lo imperfecto
me corre por la sangre con su brío
y va debilitando el cuerpo mío
con un disparo sórdido y directo
al alma – que en la espalda- me ha impactado.
Ha sido mi palabra débil, vana;
los pasos fueron falsos, y en la humana
miseria de mis yerros me he asfixiado.
Ha sido mi palabra débil, vana;
los pasos fueron falsos, y en la humana
miseria de mis yerros me he asfixiado.
Que amé sin condición, que fue muy tarde,
que no me equivoqué, o al menos creo
no hablar bajo la ergástula del reo
que ampara con discursos ser cobarde.
Perdón pido a mis hijos y a otros hijos;
y a aquellos que yo herí sin alertarme
de cuánta desazón iba a costarme
el día que la Sombra me maldijo.
En medio del castigo y del letargo,
quizás, cuando las horas se diluyan
y ahí, donde mi Tiempo se destruya,
me dejen declarar que (en mi descargo) :
mi corazón fue grande como un río;
y un plus: que transformé tu nombre en oro,
y he sido portadora de un tesoro
de apego inmensurable por los míos.
Tal vez - por tanto amor y tanta pena –
el Cielo me reduzca la condena.
Tal vez...