I
Cuidate del agua mansa.
De una flama que se extingue.
De una mujer que se rinde.
Y de un volcán que descansa.
Del enemigo que transa.
De la tropa que repliega.
De la que nunca se niega.
Y del mar que se remansa.
De una yegua con el freno.
De los panales vacíos.
De la quietud de los ríos.
Y de un discurso sereno.
Del alud que aún no se gesta.
Del huracán que se ha ido.
Del perro que está dormido.
Y de un ¨O.k...¨ por respuesta.
II
Cuidate de forma igual
de aquella que acepta todo
y no le encontrás el modo
de hacer que reaccione mal.
Cuidate de la dulzura
que encubre cierta poesía,
cuidate de la porfía,
cuidate de la ternura.
Cuidate de quien se aleja
callando y sin protestar,
de quien nunca va a objetar,
de la que viste de oveja.
La vida es un derrotero,
y es complicado saber
si un día no va a poner
al revés este tablero.
Cuidate, no vaya a ser
que por error de Cupido
te enamoraras perdido
de quien no querés querer…
¡Cuidate!
del agua mansa.
De una flama que se extingue.
De una mujer que se rinde.
Y de un volcán que descansa.
Cuidate, en fin, de estas cosas,
que aunque de inocuas se vistan,
es posible que revistan
consecuencias peligrosas…
La Prudencia así lo exige,
durante, antes… después…
Cuidate, y si no querés,
no digas que no te dije.
que aunque de inocuas se vistan,
es posible que revistan
consecuencias peligrosas…
La Prudencia así lo exige,
durante, antes… después…
Cuidate, y si no querés,
no digas que no te dije.