Karmelo C. Iribarren
Vaya a secar las
lágrimas vertidas,
vaya a barrer las hojas por montones,
vaya a vaciar a fondo los cajones
de los paisajes rotos de su vida.
Vaya a guardar en cajas ordenadas
lo que por fin ha dado por perdido
y condenar al sueño del olvido
tanta reunión de causas devastadas.
Vaya a dejar abiertas las ventanas
para que el aire imponga su alegría
y el sol celebre así su epifanía
con un torrente aurífero de ganas.
Y entierre todos los amores viejos,
clausure todas las tristes memorias,
ponga un precinto negro a las historias
que se aburrió de proyectar su espejo.
Y póngase a vivir. ¡ Que no se pierda !
su adoración por vésperos y lunas,
por los tableros moros, por la cuna
que sus dos manos templan con seis cuerdas.
Pero, le pido - que en todo ese rito -
no pase a archivos lo que yo le he escrito.
Le pido poco…
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