Que te di lo que pude (que era todo)
bien sabiendo que nada habías pedido
y entendiendo que yo no había perdido
ni borrado lo escrito, con el codo.
Que mordí la Manzana a tu costado
mucho más de una vez (que ya lo sabe
el Guardián del Edén) y no le cabe
apedrearme en la Plaza del Pecado.
Que ya pago condena con el luto
de Damocles fingiendo una caricia
y que no necesito la estulticia
de un dictamen divino y absoluto.
Que he parido los ojos de mi padre
en mi hija menor: dos esmeraldas
borroneadas con miel bajo la gualda
presunción de inocencia y de desmadre.
Que el papel se amarilla con mis versos,
que el amor que te guardo no envejece,
que las horas con vos ya se parecen
a la historia total de mi universo.
Que un minuto de lluvia entre tus brazos
compensó varias décadas de sed,
que te debo el valor de andar sin red
y de haber encastrado mis pedazos.
Que las perlas que yo tiré en tu río
fueron panes y peces prodigiosos,
que logré construir sobre destrozos
un refugio perfecto para el frío.
Y que en fin, si el Infierno es quien me espera,
ya sabré procurarme algún consuelo
para ver cómo invento un propio Cielo
en la médula misma de la Hoguera.
que el papel se amarilla con mis versos
que el amor que te guardo no envejece
que las horas con
vos ya se parecen
a la historia total
de mi universo...