EXAMEN DE CONCIENCIA






















Que te di lo que pude (que era todo) 
bien sabiendo que nada habías pedido
y entendiendo que yo no había perdido 
ni borrado lo escrito, con el codo.




Que mordí la Manzana a tu costado
mucho más de una vez (que ya lo sabe
el Guardián del Edén) y no le cabe 
apedrearme en la Plaza del Pecado.




Que ya pago condena con el luto 
de Damocles fingiendo una caricia
y que no necesito la estulticia
de un dictamen divino y absoluto. 




Que he parido los ojos de mi padre
en mi hija menor: dos esmeraldas 
borroneadas con miel bajo la gualda
presunción de inocencia y de desmadre. 




Que el papel se amarilla con mis versos, 
que el amor que te guardo no envejece, 
que las horas con vos ya se parecen 
a la historia total de mi universo. 




Que un minuto de lluvia entre tus brazos
compensó varias décadas de sed, 
que te debo el valor de andar sin red
y de haber encastrado mis pedazos.



Que las perlas que yo tiré en tu río
fueron panes y peces prodigiosos, 
que logré construir sobre destrozos
un refugio perfecto para el frío. 











Y que en fin, si el Infierno es quien me espera,
ya sabré procurarme algún consuelo
para ver cómo invento un propio Cielo
en la médula misma de la Hoguera.


































que el papel se amarilla con mis versos


que el amor que te guardo no envejece














que las horas con vos ya se parecen 

a la historia total de mi universo... 
















TU ISLA PERDIDA








I


Hay un reino.

No es La Meca ni Macondo,
ni el Olimpo, ni el Edén de un dios histrión,
ni la Atlántida perdida en lo más hondo
de la hipótesis marina de Platón.


Ese sitio no figura en ningún mapa
y del más fino radar también se escapa.





II


Hay un reino.

No es la Tierra Prometida,
ni la Torre de Babel, ni Ciudad Gótica,
ni el Infierno imaginado en esta vida
por el Dante y su divina pluma utópica.


Esa isla nunca juega en los Mundiales,
y no tiene voz ni voto universales.





III


Ese pueblo

no es el mítico paraje
donde Borges vio nacer al Inmortal,
ni tampoco es el jardín donde el linaje
de Chuang-Tzu soñó su duda existencial.


En sus piedras no está el fuego ni está el brillo
donde Tolkien se atrevió a fundir su anillo.





IV

Esa playa,

con los vientos a favor,
fue el lugar donde jactados de osadía,
sobre arena, como tigre y gladiador,
nos cruzamos en combate, vida mía…





Esa isla

fue una lid muy reservada,
donde fuimos a chocar nuestras espadas.
Y también el punto exacto en que topamos,
empujados por dos ángeles sin alas.


Fue una especie de sendero bifurcado
en jardines de una fábula borgeana.




V

Ese pueblo,

que me dio vida en la muerte,
que selló besos herejes y caricias,
que cambió en un giro mágico mi suerte,
que me dio frutas jugosas y delicias,


que fue magia, luz, remedio, paz, salida,
que le dio cinco sentidos a mi vida,





VI


de un mal día para el otro, se borró,
porque sí, porque no sé, porque quién sabe…
Hay sospechas de que nunca preexistió,
hay teorías que en ninguna mente caben.


Alguien piensa que tu propia voluntad
lo ocultó de mis radares ¡sin piedad!





VII


Esa playa, que no sé ya dónde queda,
esa arena donde yo dejé mi nombre,
ese pueblo que las brújulas me vedan,
ese sitio, ignorado por los hombres,


guarda airoso - bajo un mármol invisible -
la poesía de este amor inmarcesible



y si un día, ves crecer flores preciosas
en jardines donde no has sembrado nada,




como un último blasón por mi cruzada…



concedeme la autoría de sus rosas. 

























concedeme la autoría de sus rosas




























AQUÍ Y AHORA












Nadie (ni Delfos) sabe si el Destino
- que ya marcó las cartas hace mucho -
me va decir si todo lo que lucho
vale la pena o es un desatino.
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Ya sobre el filo de este Marzo siento
que el corazón no me negó un latido
y que quererte como te he querido
es un tesoro en este breve cuento.
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No sé leer las líneas de mi mano
y no confío en globos de cristal,
tan solo veo que esconde un puñal
este reloj que tengo como hermano. 
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Hacia un Futuro incierto voy. Pernocto
en la manada de los inocentes 
que hasta el final avanzan dócilmente
hilando versos para nada doctos.
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Humana esencia, como el viento mismo, 
o como el agua, que se escurre lenta,
o cada pobre hoja amarillenta 
que va secándose sin heroísmo. 
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Dejo en papel poemas color rosa
que no son más que un cúmulo de sueños
(menguada herencia para mis pequeños…)
pero no supe darles otra cosa.
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De cal y arena. Purista y Argot.
Mitad de raso, mitad de arpillera,
que el dios que guarda todas las quimeras
no me condene a ser Dama de Lot.

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Nunca fui dueña más que de esta hora
y del amor que siento, 
aquí y ahora.
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De cal y arena. 
Purista y Argot.

Mitad de raso, 
mitad de arpillera,

que el dios que guarda todas las quimeras

no me condene a ser Dama de Lot.
























NO ME QUEDA OTRA...











Me pasé de vueltas, de raya, de historia
y también de rosca, de calle, de viva.
Como el coronel, no tengo quien me escriba,
y en algún derrape perdí la memoria.



Se me están riendo en la cara Las Horas
y en cualquier momento ganan la partida
de este laberinto donde, convencida,
Ariadna me mira de afuera y me ignora.



En fin, ni Teseo, ni atisbo de Toro,
ni esperanza alguna de encontrar la puerta
y menos aún de dibujar la cierta
palabra que imite en algo al Hilo de Oro.







Diciembre
cayó ante mi puerta de bruces,
las olas borraron todas nuestras huellas
y pensé que eran un millón de estrellas
lo que apenas eran un millón de luces.


Enero se fue quemando a fuego lerdo
y en el diccionario de Bierce ya no hay forma
de encontrar alguna acepción cuya norma
logre definir al menos tu recuerdo.


Febrero murió de puro aburrimiento
en un calendario de pasiones mocho  
con frío en los pies del uno al veintiocho
y una cama floja de fuego y cimientos.



Y así llegó Marzo..., Ocho, sin un daño
ni perjuicio, pena, ni gloria, ni prez,
canté los cuarenta (los cuarenta y tres)
y ni te enteraste de mi cumpleaños.






Ante un panorama tan cruel… yo diría:
que no queda otra que escribir poesía…



























Y... no queda otra...





























PARTE DIARIO








Lejos están los ríos, los volcanes, 
el sugerente ruido de la lluvia, 
el deseo del mar, la luna rubia
de una imposible noche nuestra. Panes


y peces que agonizan, rotos, magros, 
esperan en canastas sin bonanza
la mano que devuelva su esperanza, 
el signo que depare algún milagro.




Atardece, mi amor... Sobre los tallos
las flores se resignan sin encono
a la evasiva luz, al abandono 
errático y fatal del postrer rayo. 












No me resigno yo.  Nunca firmé
un pacto con las sombras. 

Ni lo haré.



















Pero atardece, mi amor.


































Atardece...





















MI ODISEA












Yo te quise. Y Dios sabe que te quise.
Yo intenté cruzar el mar con un barquito
de papel. Bastaba verlo… pobrecito…
para hilar que era de locos lo que hice.



La Odisea fue de atar- ni el Dublinés- 
ni las páginas de Homero han reflejado
lo que en pos de tu atención yo he navegado.
Sin embargo – ni una palma, ni una prez, 



ni la historia con mi nombre vindicado, 
ni una estatua, ni un trofeo, ni un laurel,
ni tampoco sobre algún triste anaquel
un volumen con mi amor eternizado.

















Pero aún, sin ser famosa como Ulises…
yo te quise. ¡Y Dios sabe que te quise!











UN MINUTO DE SILENCIO













I

Bendito sea el que siente
que puede vivir con él,
estar solo y serse fiel
continua y sinceramente.


Estar rodeado de gente
no es sinónimo obligado
de sentirse acompañado
o ser feliz por reflejo.
Podemos estar muy lejos
y parecer al costado.






II


No hay compañera más sabia
que la íntima soledad,
para engendrar voluntad
y desalojar la rabia.


Sin su recóndita savia
el árbol no crecería,
las hojas no nacerían
y menos aún las flores…
(Los más hermosos colores
se gestan sin compañía).





III


Ergo, el mensaje es bien claro:
La savia nutre y asombra
sólo si avanza en la sombra,
hasta volverse un amparo.


La soledad es un faro
que nos da miedo de lejos,
(como todos los espejos)
que nos devuelven verdades
y nos dicen obviedades
en cada feroz reflejo.





IV

Pero también la palmaria
y tajante conclusión,
la luz de plena razón
y la respuesta preclara.


Mirar nuestra propia cara
tiene una doble resulta:
saber quién detrás se oculta
del cristal silente y cauto…
y vencer el miedo infausto
que en silencio nos insulta.




V


Queda el mundo exonerado
de nuestras propias erratas
y de toda quinta pata
que le hayamos encontrado


al pobre gato cansado
 de escuchar tantas quejosas
declaraciones. Hay cosas
de las que hay que hacerse cargo
para salir del letargo
que acecha bajo las losas.




VI


Un minuto de no hablar
no siempre es señal de duelo,
sino que implica el consuelo
de volvernos a encontrar


(después de tanto llorar)
y a transigir ¿ por qué no ?
con nuestro más hondo yo,
que a pesar de ser un juez,
¡ es el único ! (tal vez...)
que nunca nos traicionó.







































Bendito sea el que siente
que puede vivir con él,
estar solo y serse fiel
continua y sinceramente.

























¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

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