I
Y una mañana cualquiera,
después de una noche larga,
y sin floreos de luna:
Te quedaste sin palabras…
Y una mañana cualquiera,
después de una noche larga,
y sin floreos de luna:
Te quedaste sin palabras…
¿De qué sirvieron las dichas
con la firma como estampa,
las que poblaron el sur,
las que preñaron las blancas
con la firma como estampa,
las que poblaron el sur,
las que preñaron las blancas
y antiguas hojas dormidas
en el umbral de tu casa,
las que aspirando a ser libros,
apenas si fueron tapas,
en el umbral de tu casa,
las que aspirando a ser libros,
apenas si fueron tapas,
las que queriendo ser perlas
no llegaron ni a ser máculas,
las que pensándose estrellas
fueron neón que se apaga?
no llegaron ni a ser máculas,
las que pensándose estrellas
fueron neón que se apaga?
II
¿De qué sirvió, te repito…
semejante catarata?
- Él supo que lo adorás.
¿De qué sirvió, te repito…
semejante catarata?
- Él supo que lo adorás.
(No había manera más mágica
que el Destino pergeñase
para noticia tan alta.
Era imposible pensar
una fórmula más grata,
que el Destino pergeñase
para noticia tan alta.
Era imposible pensar
una fórmula más grata,
inabarcable, preciosa,
de hacer notar a quien se ama
que aquella que forma un río
con la tinta derramada.
de hacer notar a quien se ama
que aquella que forma un río
con la tinta derramada.
III
Te podrías morir hoy,
te podrías morir… mañana
con la conciencia tranquila
y el mordisco en la manzana,
Te podrías morir hoy,
te podrías morir… mañana
con la conciencia tranquila
y el mordisco en la manzana,
(quien visita el Paraíso
sabe bien que no hay más nada
que pueda venir después
de tan exquisita gracia).
sabe bien que no hay más nada
que pueda venir después
de tan exquisita gracia).
IV
Y aunque sé que no te asumo
(no te creo para nada)
militante del silencio,
del repliegue partidaria,
Y aunque sé que no te asumo
(no te creo para nada)
militante del silencio,
del repliegue partidaria,
devota del ¨say no more¨,
infiel a la verborragia,
fanática de la elipsis,
instruida en la templanza,
infiel a la verborragia,
fanática de la elipsis,
instruida en la templanza,
¡con tantos marzos encima!
¡con tanta invisible mancha!
¡con la ficha personal
atiborrada de marcas!
¡con tanta invisible mancha!
¡con la ficha personal
atiborrada de marcas!
V
y aunque lo sigas amando
con el cuerpo y con el alma,
y la autocracia del tiempo,
y a metros luz de distancia;
y aunque lo sigas amando
con el cuerpo y con el alma,
y la autocracia del tiempo,
y a metros luz de distancia;
y aunque te salgan subtítulos
porque tu voz ya no canta,
y no lo aceptes, mi amiga,
y me lo niegues a ultranza,
porque tu voz ya no canta,
y no lo aceptes, mi amiga,
y me lo niegues a ultranza,
vas a tener que mirarme
en el cristal que se empaña
del espejo inquisidor
de la orilla de tu cama
en el cristal que se empaña
del espejo inquisidor
de la orilla de tu cama
y confesar que esta vez,
sin peros y sin revanchas,
y un silencio en estampida:
te quedaste sin palabras…
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¿ Y de qué sirvió, repito,
semejante catarata?
semejante catarata?
- Él supo que lo adorás.
No había manera más mágica...