I
Bendito sea el que siente
que puede vivir con él,
estar solo y serse fiel
continua y sinceramente.
Estar rodeado de gente
no es sinónimo obligado
de sentirse acompañado
o ser feliz por reflejo.
Podemos estar muy
lejos
y parecer al
costado.
II
No hay compañera más sabia
que la íntima soledad,
para engendrar voluntad
y desalojar la rabia.
que la íntima soledad,
para engendrar voluntad
y desalojar la rabia.
Sin su recóndita savia
el árbol no crecería,
las hojas no nacerían
y menos aún las flores…
(Los más hermosos colores
se gestan sin compañía).
III
Ergo, el mensaje es bien claro:
La savia nutre y asombra
sólo si avanza en la sombra,
hasta volverse un amparo.
La soledad es un faro
que nos da miedo de lejos,
(como todos los espejos)
que nos devuelven verdades
y nos dicen obviedades
en cada feroz reflejo.
en cada feroz reflejo.
IV
Pero también la palmaria
Pero también la palmaria
y tajante conclusión,
la luz de plena razón
y la respuesta preclara.
la luz de plena razón
y la respuesta preclara.
Mirar nuestra propia cara
tiene una doble resulta:
saber quién detrás se oculta
del cristal silente y cauto…
y vencer el miedo infausto
que en silencio nos insulta.
V
Queda el mundo exonerado
de nuestras propias erratas
y de toda quinta pata
que le hayamos encontrado
al pobre gato cansado
de escuchar tantas quejosas
declaraciones. Hay cosas
de las que hay que hacerse cargo
para salir del letargo
que acecha bajo las losas.
VI
Un minuto de no hablar
no siempre es señal de duelo,
sino que implica el consuelo
de volvernos a encontrar
(después de tanto llorar)
y a transigir ¿ por qué no ?
con nuestro más hondo yo,
que a pesar de ser un juez,
¡ es el único ! (tal vez...)
que nunca nos traicionó.
y a transigir ¿ por qué no ?
con nuestro más hondo yo,
que a pesar de ser un juez,
¡ es el único ! (tal vez...)
que nunca nos traicionó.
Bendito sea el que siente
que puede vivir con él,
estar solo y serse fiel
continua y sinceramente.