2013

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Detenerse es morir, y el viento lo sabe…
(F. Ossandón)
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También los relojes lo saben...
Y nosotros.
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En fin, el reloj sonando,
el sol con el brillo idéntico,
la luz jugando en las hojas, 
los dormidos limoneros,


dos gatos se van del patio
(los envidio a esos traviesos),
hay un pino muy orondo
con delirios navideños,


los papeles en la mesa
mezclados con libros viejos,
palabras improvisadas
que algún día serán versos,


una agenda ya prescripta,
aroma a café y pan negro.
Hay un teclado gastado
(gastado, como mis dedos…)


Sin novedad en el frente
ni cambio de rumbo cierto,
el mundo sigue su curso
con la autocracia del tiempo.


Los mayas leen los diarios
y se ríen en silencio,
las horas siguen su igual
camino de aburrimiento.


Nada ha cambiado, mi amor,
el mismo azul en el cielo,
y por no desentonar...


yo,  que te sigo queriendo.
































y ... por no desentonar...



















MORIR DE ENVIDIA






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La pintura es de M. Pavlov
¡Tan precioso elixir
el licor de tus besos…!
que yo dije en un rezo:
- Después de esto, morir. 


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(Cancioncita del rosal)












I
Yo, con vos, germiné,
eché tallo y raíces,
y mis pétalos grises
en purpúreos torné.

La fugaz primavera
me perdió entre tus labios,
y borré los agravios
de la cuita primera.

¡Tan precioso elixir
el licor de tus besos…!
que yo dije en un rezo:
- Después de esto, morir.

¿Quién querría otra suerte
que morir en tus brazos?
(se ha caído en pedazos,
de la envidia, la Muerte).


II
Y a sazones, llegó
del otoño el lamento,
y su abrazo de viento
con crueldad me arrasó.

Se cayeron sin pausa
los efímeros sayos
y quedó sólo el tallo
lloriqueando la causa.

Flor desnuda y herida,
espinada de instantes,
cuyos falsos diamantes
la vaciaron de vida…

Pero tiene un consuelo
que le espanta la sombra,
porque ahora es alfombra,
(edredón sobre el suelo),

una alfombra preciosa
que a tus pies, con delicia,
les regala caricias
de prodigio y de rosas.


III

Es la vida azarosa
como estrella que pasa,
como el agua que traza
una huella borrosa.

Sin embargo esta corta
existencia de amor,
justifica el dolor,
por la gracia que porta.

Y en el tronco el rosal,
aunque esté despojado,
ve a tus plantas pagado
con virtud, su final.





















¿Quién querría otra suerte
que morir en tus brazos?


(se ha caído en pedazos,
de la envidia, la Muerte…)
 
























A PESAR DE LOS HACHAZOS...
































Nacido de raíces majestuosas.
Besado por la lluvia, azul bautismo.
Del aurífero rayo el paroxismo
en las tantas caricias generosas.


De los nidos, sostén y albergador.
De los frutos, airoso fundamento.
Impertérrito adversario del viento.
Carne tierna del hosco leñador.


Bajo el hacha, sangrante vellocino
sobre un manto de nácares verdosos,
no lo lloren tus ojitos piadosos,
no es posible conmutar el destino


de ser balsa en naufragio, ser cruz,
o en aquerenciada guitarra, luz…















Alea iacta est












No volver sobre el paso.
El camino correcto.
El dolor en la entraña.
La razón. Los recuerdos.

Y las sábanas blancas
serpenteando en el hielo.
Y un volcán en la sangre
que erupciona en silencio.

El amor que no fue.
Los amores que fueron.
Un pedazo de vida
en la luz de los muertos.

Los espacios vacíos.
Los porqué sin regreso.
El mañana que insiste.
La verdad. Los proyectos.

Una flor que porfía.
Y ese rostro sin tiempo
que me mira en las fotos
desde un triste destierro.

Y los nombres que nunca,
que ya nunca volvieron.
Una sombra. Es mi sombra
que me oculta un secreto.

Y la cara de Dios
que no he visto. Ni veo.
Que no sé si veré.
Que no creo…no creo…

Una ausencia. Las risas.
Y los versos. Los versos.
Y las lágrimas dulces.

Y los versos.

Los versos.

















Y los versos.





Los versos.










Y los versos.











Los versos.
















¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

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