UNA DECLINACIÓN
















Voy a soltarte la mano, 
por no enredarte en mi tela, 
por no envolverte en mis dudas, 
por no encallarte en mi arena.



Y porque no supe nunca
si mi intención – toda buena- 
te estaba cosiendo alas
o regalando cadenas.



No vaya a ser que en mi afán
de andar pateando las puertas, 
te esté construyendo jaulas,
te esté acumulando rejas.



No vaya a ser que la llave
que yo ofrecerte pretenda, 
te cierre el portón por dentro
para que al aire no vuelvas.



Qué coraje que he tenido, 
qué tan humana soberbia, 
la de trabarte el camino,
la de limarte las piedras,



la de probar tu veneno, 
la de sangrar tu dolencia, 
la de aplazarte el otoño 
por inventar primaveras.




Voy a soltarte la mano. 
Dios me perdone la afrenta
y que el Infierno se apiade
cuando me dicte condena.



Voy a borrarme tu nombre,
como quien tira una perla
para que otra la encuentre
cuando pase la tormenta.





Voy a soltarte la mano.
Aquél que más ama ¡suelta!
al viento lo que del viento, 
sin esperanza de vueltas;




porque no sé cómo hacer,
porque no tengo recetas
para aceptar que perdí
mi más ambiciosa apuesta.












Decid por ahí, Señores, 
por salvar mi alma en pena, 
¡ que es tanto lo que lo he amado ! 
que estoy rogando indulgencia.




















Qué coraje que he tenido, 
qué tan humana soberbia…

















¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

Son lectores de esta página: