LA VIDA NO ES UN TANGO
















La vida no es un tango. Una quisiera
taconear con aguja en las esquinas
mordisqueando una rosa y las inquinas,
y dos guapos cayendo en la trampera



del amor, rematándose la suerte, 
el puñal en la sisa del chaleco,
el pañuelo punzó mostrando el fleco,
y apostando por una, vida y muerte.




Pero no, no es un tango, es otra cosa:
Es abrir la ventana y asomarse
y elegir si esconderse o si arriesgarse
a la luz (que podría ser peligrosa…) 






Y es el sol y la sombra, cada día; 
y es (con suerte) un poco de poesía.


















Porque no, no era un tango, era otra cosa...  























MEMENTO













Mi padre se murió hace ocho eneros.
El río de las lágrimas expira.
Decir que aún lo lloro… es mentira,
mentir que lo he olvidado es desafuero. 










¿Y el patio con aromas de cedrón?
¿La verde bicicleta en una esquina
de un Banco, resguardada por la encina
en horas de la siesta?  ¿Y la canción-



rozada por el mar de la emoción-
de Strauss en ese viejo tocadiscos,
y el brillo en el Renault, y el muy arisco
latido de un quebrado corazón? 



¿Y el arduo laberinto de papeles
con números y cuentas, los diversos
volúmenes mostrando El Universo,
poblando los gastados anaqueles?








Sus hijos en los mismos escritorios,
andando las idénticas veredas,
gastando los – no sé cuánto nos queda-
en trágicas comedias. Ilusorio


fue el sueño de la única poeta,
vestida con un sayo que le es grande,
desnuda en carne viva que se expande,
queriendo- y no logrando- estarse quieta…


















Las cosas que se fueron, pero aún viven...
debajo de las letras que se escriben.















SIN TÍTULO

















No poder decir es de cualquiera
de las vastas dolencias que subsisten
la peor de todas las que existen,
la más devastadora y cizañera.


Como invade el matojo al sembradío,
como el gran nubarrón cubre al lucero,
como frena la tapia al aguacero,
me está ganando a mí el silencio mío.


Yo,  que siempre sufrí el silencio ajeno,
la ausencia de una carta en los buzones,
la falta de un mensaje en botellones
que nadie tiró al mar, hoy,  en el seno


de mis propios dominios, la atonía
debela con su estoque a la poesía.



















LA MENTIRA














Tu muerte era mentira. Una escena.
Simulacro -sin lágrimas- de olvido
montado por bufones malheridos
en el último teatro de la pena.



El público lo supo en el momento.
Tu muerte era mentira, no hubo juicio
posible que ocultara el artificio.
No hay modo de romper el juramento.



Conjurar la poesía fue una falta,
un error, conjugarla en tu desmedro.
Lo he negado tres veces, como Pedro…
nadie puede mentir verdad tan alta.











 




Así, como en los nenes el candor.

Así, como el axioma incontestable.
Así, como es el cielo: inabarcable. 

Así esta realidad. Así este amor.




















































Tu muerte era mentira.

Una escena
en el último teatro de la pena.



















NUNCA ES MALA LA VERDAD...


















¿ De qué sirve un poeta sin poesía…?

Quizás fue una imprudencia, un desatino,
en tan temprana instancia del camino
echarle semejante nombradía.



La fuente de los versos, que era vasta,
prescribió (a la par del argumento),
tal vez no eran tan fuertes sus cimientos
y ya hace varias lunas dijo ¨basta¨.



Scherezade se ha ajustado los cordones
de unas Nike con las suelas muy gastadas,
y con hojas henchidas de pavadas
hace bollos y encesta en los fuentones



que ni lágrimas tienen, y no alcanzan
a ser fuentes de patios orientales…
Acá en el sur las piedras son triviales
y las perlas perdieron la esperanza.




Era todo mentira. Y en los sueños
se pusieron de acuerdo y emigraron
hacia otras historias- ni avisaron-
un grupito vernáculo de genios.



- ¿Y el sultán…? – Qué sé yo. Ya no interesa.
Nunca más respondió medio mensaje
y hace poco lo vi entre varios pajes
piropeando por chat a otra princesa.



Que Dios lo libre y guarde, que Mahoma
le reserve un lugar, algún nirvana,
que haga lo que más le dé la gana,
que si encuentra el camino… llegue a Roma.




El blog entra en la pausa de los muertos
que gozan todavía de salud,
y esperan ese golpe de virtud
(como quien busca el agua en el desierto).



Que no cae media idea...  hace meses.
Me he arrancado la flecha de Cupido.
¿Resultado…? No escribo. No he podido
pergeñar más que un par de estupideces.



Y todo lo que he puesto en este anclaje
es tan viejo y caduco que sospecho
que en cualquier festividad y con derecho
lo declaran material de reciclaje.



¿Y mis libros? Engrosando los balances
de tanta editorial que anda en las lides.
Si me muero y me creman no te olvides
de usarlos, por si el fuego no te alcance.



Otra cosa: El traje de payaso.
Me queda grande y mal,   estoy segura.
Es que el footing me ha achicado la cintura
y pintarme me cansa mucho el brazo…






















¿De qué sirve un poeta sin poesía?

Quizás fue una imprudencia, un desatino,
en tan temprana instancia del camino


echarle semejante nombradía...














¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

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