CARTA A MI PADRE
















No los viste nacer, no los tocaste.
Su llanto y su sonrisa no te fueron
concedidos, y se desvanecieron
en el instante mismo en que marchaste.


No coincidieron en tiempo y espacio.
La mano del azar no unió sus manos.
La foto que no fue, refleja en vano
una luz que se filtra muy despacio


por las puertas del alma. Y aún así,
en la mirada de ellos permanece
una esmeralda que te pertenece,
antes y ahora, para siempre, aquí.









Mirarlos a los ojos es mirarte,
y burlar a la Muerte, y recobrarte.


































MANIFIESTO






























No busques el poema. No persigas
las palabras igual que a mariposas,
y no pretendas ver crecer las rosas
allí donde esparciste sólo migas.


No siembres en la arena, ya no sigas
inventando piruetas en el aire,
fue suficiente cuota de desaire,
no hay fuego enfrente, ni línea enemiga.


No esperes oro blanco en las espigas,
ni lluvias en las tardes calurosas,
ni luna sobre noches tormentosas,
tan solo porque quieras o lo digas.


No reces un rosario, ya no hay tinta,
ni sangre generosa recorriendo
las páginas en blanco, suscribiendo
partidas con sus líricas extintas.   


No apuestes al prodigio. Una infiel
indiferencia y vacuidad rotunda
se ha apoderado ya de la errabunda
virtud que supo andar en tu papel.


No vayas contra el viento. No te pares
a soportar el golpe de la ola,
porque el embate es duro y estás sola
para enfrentar el mar cuando te encare.


No sigas cabalgando. Rocinante,
 cansado,  ya no puede más seguir
camino para sólo conseguir
más piedras. No encontró diamantes;


y hasta las perlas se desvanecieron
como burbujas. Las pobres chocaron
contra montañas y se desangraron
en el instante mismo en que nacieron.




















No frotes esta lámpara, no hay genio
ni voluntad, ni fe, ni amor, ni esfuerzo
capaces de gestar un solo verso
que se parezca al que pensaste en sueños;














que la poesía, si quiere encontrarte,
sabrá muy bien adonde ir a buscarte. 

















































No busques el poema




No siembres en la arena







                                                         No esperes oro blanco 







No reces un rosario








              No apuestes al prodigio 






No vayas contra el viento








                               No sigas cabalgando






                     No frotes esta lámpara
 




















 No busques el poema






















CUIDADO CON LA PERRA

















I

Cuidate del agua mansa.
De una flama que se extingue.
De una mujer que se rinde.
Y de un volcán que descansa.


Del enemigo que transa.
De la tropa que repliega.
De la que nunca se niega.
Y del mar que se remansa.


De una yegua con el freno.
De los panales vacíos.
De la quietud de los ríos.
Y de un discurso sereno.


Del alud que aún no se gesta.
Del huracán que se ha ido.
Del perro que está dormido.
Y de un ¨O.k...¨ por respuesta.




II


Cuidate de forma igual
de aquella que acepta todo
y no le encontrás el modo
de hacer que reaccione mal.


Cuidate de la dulzura
que encubre cierta poesía,
cuidate de la porfía,
cuidate de la ternura.


Cuidate de quien se aleja
callando y sin protestar,
de quien nunca va a objetar,
de la que viste de oveja.


La vida es un derrotero,
y es complicado saber
si un día no va a poner
al revés este tablero.


Cuidate, no vaya a ser
que por error de Cupido
te enamoraras perdido
de quien no querés querer…














¡Cuidate! 

del agua mansa.

De una flama que se extingue.

De una mujer que se rinde.

Y de un volcán que descansa.


 







Cuidate, en fin, de estas cosas,
que aunque de inocuas se vistan,
es posible que revistan
consecuencias peligrosas…



La Prudencia así lo exige,
durante, antes… después…
Cuidate, y si no querés,

no digas que no te dije.





























CANCIÓN QUE HA PERDIDO EL RUMBO (poético...)


















Si una pluma tiene sed,
se moja en todos los ríos.
¿De qué tinta estará hecho
el que marque su destino?











I


¿La del Maestro…? no cabe
decir su nombre, me falta
coraje, y muy fácil salta
mi admiración. Ya se sabe

que no he encontrado la llave
del laberinto. Que es viejo
mi culto por los espejos.
Que he cometido el desliz
de no haber sido feliz,
y cada vez más me alejo.





II


Ni el exceso gongorino,
ni la gracia quevediana,
ni una pelusa rayana
con el temple cervantino.

Ni de Lope el don divino,
ni el genio de Calderón,
ni la ardiente devoción
de Lorca y su fuego interno,
ni el dantesco goce eterno
de una infernal salvación.





III


Ni la extrema calentura
de Gustavo, ni el deleite
por derretir en aceite
toda la piel. Ni la pura

voluntad que se hace oscura
si se vuelve golondrina,
ni la virtud cantarina
de su letra deliciosa,
ni su metáfora hermosa,
ni su prestancia divina.





IV


Ni el empeño de Alfonsina
por poetizar el despecho
(llevando del dicho al hecho
su militancia marina…)

Ni la costumbre argentina
que supo encumbrar Carriego.
Ni una encrespada en el ego
por imitar a Palacios;
ni hambre de gloria o de espacios,
ni vendaval, ni sosiego.





V



La cuestión es que hasta hoy
-gravite en alguien o no-
esta pluma se encargó
de revelarme que soy

una vaga imitación
de Benedetti con tacos,
con un talle más de saco
en aquesta afirmación.

Una agrietada Penélope
más fiel que un perro. Una Eva
que no ha pasado la prueba,
(che…¡no hay rima con Penélope! )

que de su verso hizo un rito
bajo el lema de adorarte,
y no hizo más que rogarte
que la quieras un poquito…

























que no hizo más que rogarte 
que la quieras un poquito…

















LA MILONGA DEL VOLANTAZO





I

Tan cansada estoy de mí,
que he pensado en redimirme,
y no es que quiera agredirme
esta tarde, porque sí,

sino es porque decidí
corregir una tendencia
que me tiene en abstinencia
de mejores decisiones
y otra medida de acciones,
con lógicas consecuencias.



II

Cuando el espejo te muestra
a aquél que nunca serías,
hay que tener la osadía
de saltar a la palestra

y a derecha y a siniestra
(cuando ya nadie nos ve)
dejar sentado con fe
que el rumbo se cambiará,
y por ende, no será
ya nunca más el que fue.



III

Ergo, le doy cesantía
a la pena que me habita
y a la nostalgia infinita
que me oscurece los días.

Se queda la cobardía
de patitas en la calle,
y puede que la ametralle
sin dar la menor excusa
si mañana se me cruza
(y no supongo que falle).



IV


En cuanto al amor, declaro
receso de privaciones.
Que vayan los corazones
encontrándose un amparo,

y se ensamblen, con descaro,
en perfecta confluencia.
No hay que buscar sin licencia
agua dulce en el desierto,
(¡ con tanto ríos abiertos !
¿para qué sufrir carencias…?)



V

Si quisieras encontrarme,
alcanzarme, acogerme…
te aclaro que, para verme,
vas a tener que buscarme.

La historia esa de arrastrarme
a los fines de que vos
¡como si fueras un dios!
me des un poco de bola,
se murió aburrida y sola
de frío, de fiebre y tos.




VI

Los volantazos se pegan
con fuerza y en un instante,
para seguir adelante
o nunca jamás se pegan.

Cuando las sombras te ciegan
hay que dar luz enseguida,
y replantearse la vida
para buscar mejor suerte,
porque no hay nada más fuerte
que una mujer decidida.































Los volantazos se pegan
con fuerza y en un instante,
para seguir adelante
o nunca jamás se pegan...




























POESÍA HOT





















Me declaro en estado de impaciencia,
rebeldía, premura, cosquilleo,
incerteza, litigio, devaneo,
y por ende, total inconsistencia.


Me declaro improbable, discutible,
sin lectura sencilla, despeñada,
y en volcánica nube involucrada
a partir de erupción incontenible.


No deparo la mínima certeza
y anticipo el mayor de los dilemas,
no respondo por ni uno de los temas,
no me atrevo a firmar una promesa.



Y es posible que busque cualquier modo
de borrar lo que he escrito con el codo.















NOTA DE AGRADECIMIENTO




 



Te debo el cielo. Gracias, muy amable...
















Te debo el cielo. Gracias, muy amable.  

Te debo el fuego sobre las cenizas.
Te debo el sol y por qué no las risas
de un mundo paralelo e improbable.


 
Te debo ser feliz- pero en exceso-
la gloria temporal que compartimos.
La vida es tan sumaria…,  ya dijimos
que ser feliz –al fin y al cabo- es eso. 


Te debo cinco mil trescientos versos.
Con éste, cinco mil trescientos uno.
El saldo no se paga con ninguno
de mis líricos y múltiples esfuerzos.


Te debo el empujón hacia la vida,
la contraseña, la luz, la flor abriéndose
en un punto del aire, y ofreciéndose
de par en par, recién amanecida.


Te debo la manzana mordisqueada,
la marca en el orillo, la osadía
y la más íntima soberanía
del doble filo de la dulce espada.


Te debo, en fin, el golpe de la suerte,
la lluvia en el desierto, el volantazo,
y un ángel del Edén entre mis brazos
riéndose del frío de la muerte.
















Descreo de esta letra y su virtud
para dar cuenta de mi gratitud.













¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

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