PECADO DE EXCESO








Tengo la espada rota entre las piernas
donde tus manos calientes y eternas
firmaron con tu nombre y apellido...






















¿A qué volver al rotundo fracaso
de pergeñar la vana trascendencia
con la palabra ? Prístina inocencia
que arde en la pira y vuelve sobre el paso. 





¿A qué volver al filo de obsidiana
a corazón abierto por un dios
que cada vez me aleja más de vos
y sin Tal Vez me confisca el Mañana?






¿ A qué volver al risco de tu brasa
para intentar justificar el hielo, 
la indiferencia por llegar al Cielo
y la porfía por buscar tu casa? 





¿A qué volver a los papeles viejos, 
a tanto libro vacuo y anodino, 
donde jamás el agua se hizo vino
y ni siquiera hay marca en los espejos?





¿A qué volver a la tarde primera
en que las piedras se volvieron peces
y fui en tus brazos lava, tantas veces, 
como en los mismos sueños lo previera ?





¿ A qué volver a tu antigua poesía 
casi engendrada por pagar el precio 
de ser amado por este amor necio,
virgen de odios, ciego de utopía ?





¿A qué volver a tu Villa Inasible
con el Centauro de los pensamientos, 
a qué volver al Palacio del Viento 
para intentar romper el invencible





muro de hielo que erigió tu Olvido?

Tengo la espada rota entre las piernas
donde tus manos calientes y eternas
firmaron con tu nombre y apellido. 









¿A qué volver a un Macondo deshecho 
por el infiel decurso de las horas, 
donde la Zorra mató a la Señora 
y se metió en tu cueva sin derecho ?














¿A qué volver a tu mar, a tu fragua?




¿ Por qué seguir escribiendo en el agua... ?































 ¿  por qué ...  ?  

























 ¿  para qué ...  ?  

















MEMORIAS DE UN BUFÓN








Y en esa estoica pose, sus teoremas, 
le van limando de a poco las yemas.























Se deshilvana el bufón y se cansa 
del trajecito lleno de colores,
de sonreír, de andar tirando flores
y levantar banderas de esperanza.



De encadenar clichés en los poemas
y de escribir ¨jajas¨ en los renglones
cuyos hilitos penden de ilusiones
que al nimio soplo de la luz, se queman.






Es que al bufón, le sacan la estructura,
y es un terrón de azúcar en el agua
o un desgarrón de metal en la fragua
buscando molde sin forma segura.




Porque el bribón, de tanto que ha llorado, 
desarrolló una armadura de risas
para ocultar el manto de cenizas
que un fuego a pecho abierto le ha dejado.




Se le han perdido el compás y las claves
y los colores van palideciendo
como si un Hado estuviera advirtiendo
que no abrirá las puertas sin las llaves.






Y en esa estoica pose, sus teoremas, 
su vana/gloria de humo en el teclado,
su pertinaz fervor por el Pasado,
le van limando de a poco las yemas.



Ya no hay pregón que salve sus esfuerzos
ni la mentira roja en su sonrisa, 
si la Verdad, en íntima requisa,
le va minando sin pausa los versos.














Y sin embargo, ¿qué sería de él
si abandonara - sin más - su papel…?

































¿ Qué sería de él ?















ALEA IACTA EST



























I

Con la misma ilusión de las gaviotas
en el vuelo ambicioso hacia el calor
le escapamos al frío y al temor
de la Muerte con nuestras alas rotas.



Dos agujas nos mienten y la arena
del reloj se desangra sin sosiego
desoyendo el espíritu del ruego
que no logra aplazar nuestra condena.




II

Con el peso del tiempo sobre el lomo,
con el fiel exigido y vacilando,
con el alma en un hilo y tropezando
con puñales y piedras… sólo somos



de un minuto sublime, propietarios,
de un infierno o de un cielo, será nuestra
la elección de ganar en la palestra
o de ser los actores secundarios.




III

En el aire lanzadas, somos flechas,
pura espuma en la ola, un flash, un sueño,
y de nada incesante somos dueños,
somos brillo fugaz, somos dos fechas.


En el margen que queda de utopía,
en la línea invisible, en la cornisa,
en el paso del fuego a la ceniza:

somos todos un poco de poesía.























( Y si acaso, unívoco y sincero, 

fuera este mi último poema... )

desafiando prejuicios y anatemas,

volvería a decirte que Te Quiero.

























UNA CARTA








Se me están negando un poco las palabras
¿estarán cansadas de tanta poesía?

Casi lesionadas, me piden el cambio.




Se me están muriendo de melancolía.













Y hoy las yemas hablan. Trova insuficiente
para validar el resto de los días 

en que no parí la luz de un solo verso
por quién sabe qué anatema o brujería.









Y aún así, con unos conejitos viejos
que encontré en la oscura galera vacía,

 redacté esta especie de carta en estrofas
(por simple capricho de costumbre mía…)







Como si unas pocas palabras bastaran
para apaciguar las olas de atonía,  

como si las pobres teclas alcanzaran
para dar sentido al paso de los días.





Como si pudiera decirte en dos líneas
que te sueño alguna noche todavía
  
 y que no he logrado pasarte a retiro,
condenarte a archivos (que ya debería…)









Y que cada vez que escribo muero un poco
para respirar con cierta autonomía



y resucitar por un minuto breve
en estas arenas falaces e impías,



porque tengo miedo de esa soledad
que cerrar las puertas de este lar traería.




Porque me ofrecieron (hace algunas noches)
habitar la Calle de la Cobardía, 



 en un sueño gris,  los ángeles sin alas
que pueblan un Cielo al que yo no me iría



y que no acepté la divina propuesta
sin saber muy bien la causa,  todavía... 









¡ Ah… !

y que yo te adoro - sin prisas ni pausas - 
(dato, que obviamente… vos ya conocías).






































Se me están negando un poco las palabras

¿estarán cansadas de tanta poesía?





casi lesionadas, 
me piden el cambio


















se me están muriendo de melancolía














EXAMEN DE CONCIENCIA






















Que te di lo que pude (que era todo) 
bien sabiendo que nada habías pedido
y entendiendo que yo no había perdido 
ni borrado lo escrito, con el codo.




Que mordí la Manzana a tu costado
mucho más de una vez (que ya lo sabe
el Guardián del Edén) y no le cabe 
apedrearme en la Plaza del Pecado.




Que ya pago condena con el luto 
de Damocles fingiendo una caricia
y que no necesito la estulticia
de un dictamen divino y absoluto. 




Que he parido los ojos de mi padre
en mi hija menor: dos esmeraldas 
borroneadas con miel bajo la gualda
presunción de inocencia y de desmadre. 




Que el papel se amarilla con mis versos, 
que el amor que te guardo no envejece, 
que las horas con vos ya se parecen 
a la historia total de mi universo. 




Que un minuto de lluvia entre tus brazos
compensó varias décadas de sed, 
que te debo el valor de andar sin red
y de haber encastrado mis pedazos.



Que las perlas que yo tiré en tu río
fueron panes y peces prodigiosos, 
que logré construir sobre destrozos
un refugio perfecto para el frío. 











Y que en fin, si el Infierno es quien me espera,
ya sabré procurarme algún consuelo
para ver cómo invento un propio Cielo
en la médula misma de la Hoguera.


































que el papel se amarilla con mis versos


que el amor que te guardo no envejece














que las horas con vos ya se parecen 

a la historia total de mi universo... 
















TU ISLA PERDIDA








I


Hay un reino.

No es La Meca ni Macondo,
ni el Olimpo, ni el Edén de un dios histrión,
ni la Atlántida perdida en lo más hondo
de la hipótesis marina de Platón.


Ese sitio no figura en ningún mapa
y del más fino radar también se escapa.





II


Hay un reino.

No es la Tierra Prometida,
ni la Torre de Babel, ni Ciudad Gótica,
ni el Infierno imaginado en esta vida
por el Dante y su divina pluma utópica.


Esa isla nunca juega en los Mundiales,
y no tiene voz ni voto universales.





III


Ese pueblo

no es el mítico paraje
donde Borges vio nacer al Inmortal,
ni tampoco es el jardín donde el linaje
de Chuang-Tzu soñó su duda existencial.


En sus piedras no está el fuego ni está el brillo
donde Tolkien se atrevió a fundir su anillo.





IV

Esa playa,

con los vientos a favor,
fue el lugar donde jactados de osadía,
sobre arena, como tigre y gladiador,
nos cruzamos en combate, vida mía…





Esa isla

fue una lid muy reservada,
donde fuimos a chocar nuestras espadas.
Y también el punto exacto en que topamos,
empujados por dos ángeles sin alas.


Fue una especie de sendero bifurcado
en jardines de una fábula borgeana.




V

Ese pueblo,

que me dio vida en la muerte,
que selló besos herejes y caricias,
que cambió en un giro mágico mi suerte,
que me dio frutas jugosas y delicias,


que fue magia, luz, remedio, paz, salida,
que le dio cinco sentidos a mi vida,





VI


de un mal día para el otro, se borró,
porque sí, porque no sé, porque quién sabe…
Hay sospechas de que nunca preexistió,
hay teorías que en ninguna mente caben.


Alguien piensa que tu propia voluntad
lo ocultó de mis radares ¡sin piedad!





VII


Esa playa, que no sé ya dónde queda,
esa arena donde yo dejé mi nombre,
ese pueblo que las brújulas me vedan,
ese sitio, ignorado por los hombres,


guarda airoso - bajo un mármol invisible -
la poesía de este amor inmarcesible



y si un día, ves crecer flores preciosas
en jardines donde no has sembrado nada,




como un último blasón por mi cruzada…



concedeme la autoría de sus rosas. 

























concedeme la autoría de sus rosas




























¨ En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨ (J.L.B.)

¨  En nuestro amor hay una pena que se parece al alma.¨   (J.L.B.)
Silvina Grimaldi Bonin (ARG)

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